“El conocimiento profundo e instintivo de nuestros hijos; como todo lo demás, crece y disminuye. Aunque nuestro amor siempre puede estar allí, nuestra atención puede verse afectada; nuestra conexión puede llegar a fallar, y cuando esto sucede, se nos dificulta entenderlos. ” Kim John Payne, Crianza con simplicidad
El domingo pasado fue duro en casa. Nuestros dos hijos menores están pasando por una fase de desequilibrio, y su creciente estrés individual se mezcló con la rivalidad entre hermanos creando una tormenta perfecta. Tuvimos un episodio de “fiebre del alma”, y cuando las nubes de la tormenta se despejaron, su padre y yo tomamos medidas en equipo.
Como explica Kim John Payne en su libro “Crianza con Simplicidad” la “fiebre anímica” se refiere a los momentos en que los niños están abrumados, estresados o en desacuerdo consigo mismos y con el mundo. Dice que al igual que una fiebre física, están “furiosos por dentro”, afectando su comportamiento y el clima emocional del hogar.
Como padres, podemos ayudar a sanar una “fiebre del alma” como lo hacemos con una fiebre física. Algunas acciones son: Reducir la velocidad para descansar, Simplificar nuestras rutinas, Posponer algunas obligaciones para que podamos “sintonizar” con sus necesidades; Crear un ambiente nutritivo y tranquilo.
Por ejemplo, nuestro hijo menor había estado expresando estrés con desordenes más grandes en la casa, así que empacamos muchos de sus juguetes para un pequeño descanso. Su padre y yo también platicamos sobre los cambios que podíamos hacer para simplificar nuestras rutinas diarias y semanales, y pasar más tiempo de calidad apoyando a ambos niños hasta que encuentran el equilibrio nuevamente.
La “fiebre anímica” también puede ser una expresión de problemas subyacentes que se han prolongado sin un reconocimiento completo. A mí me sirve profundizar sobre estos problemas con mi esposo. Tenemos diferentes relaciones con nuestros hijos, y ambas perspectivas ayudan a observar desde diferentes ángulos la situación. Compartimos nuestras opiniones y observaciones abierta y honestamente, y reflexionamos sobre los cambios que debemos hacer para acompañar a nuestros hijos.
Cuando eran muy pequeños, implementábamos cambios sin explicación explícita, ajustando ritmos y límites. A medida que crecen, tenemos más conversaciones, y la mayoría de los cambios son en lo que hacemos y mantener los límites. Colaborar como pareja también nos ayuda a observar la situación con más objetividad.
Recuerdo en una ocasión haber tenido una conversación muy álgida con unos de mis hijos y agradecí mucho que su padre me remplazara para que yo pudiera reencontrar mi equilibrio. Al no haber estado involucrado emocionalmente al principio de nuestra plática, mi marido logró reducir considerablemente la tensión que reinaba y obtener algunas de las respuestas que yo había estado buscando. En cuanto mi esposo me compartió como se sentía nuestro hijo, mis sentimientos cambiaron, conecté fuertemente con la empatía y lo único que quería era acompañarlo. Juntos, todos pudimos encontrar un espacio de calma para avanzar de manera tranquila y productiva.
Después de haber vivenciado este intenso descubrimiento reconocemos el valor de las luchas internas, y que se necesita tiempo para superarlas. Como dice Kim John Payne: “Cómo padres, nuestro apoyo no ‘arregla’ nada, proporciona un contenedor amoroso para que nuestros hijos procesen las cosas que les molestan“. Nuestros hijos son los que realmente luchan.
Estoy agradecida de que su padre y yo trabajemos en un equipo para sostenerlos en el proceso. Nos conectamos el uno al otro, proporcionando nuevas perspectivas y brindando el apoyo emocional que a veces necesitamos como padres.
En la crianza, todos necesitamos un equipo (puede ser nuestra pareja, pero mucho adultos pueden ocupar ese importante rol) que nos ayude a superar momentos difíciles, para empoderarnos a estar conscientemente presentes y atentos a nuestros hijos.
Artículo redactado en inglés por Acacia, consultora de LífeWays North America, publicado el 21 de Febrero 2022, disponible aquí. Traducido y adaptado al español por LifeWays America Latina
Marielle, Diana y Glenda
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