¿Qué podemos hacer nosotros, como padres y maestros, al respecto?
Un evento contemporáneo que ha estado muy presente en los últimos meses es el fuerte movimiento en Estados Unidos de “Black Lives Matter”. Ha sido un movimiento que en México hemos podido seguir, pudiendo observar todas las reacciones que ha generado, pero con el que fácilmente no nos sentimos vinculados, sino que lo vivimos con una cierta distancia, con la sensación de ser ajenos a esa problemática.
Sin embargo, el problema de fondo está muy presente en nuestra cultura, el racismo y el clasismo forman parte intrínseca de la forma en que crecimos. Desde que los españoles llegaron a América Latina se ha establecido en nuestra cultura un menosprecio hacia los indígenas y mestizos. Forma parte de nuestra historia y aunque de esa época a la actualidad las cosas definitivamente han cambiado, sigue existiendo de fondo una visión de los pueblos indígenas como inferiores, incultos y menos valiosos. Y esto, como todas nuestras creencias, se transmiten de generación en generación a través de nuestra vivencia cotidiana.
Se escucha mucho la idea de que los niños no ven color ni clase, sin embargo, si observamos un poco podemos darnos fácilmente cuenta que esto simplemente no es cierto. Los niños desde muy pequeños son conscientes de las diferencias físicas como el color de la piel, la textura del cabello y la forma de los rasgos faciales. Existen diferentes estudios que demuestran que un bebé, desde tan temprano como los 6 meses, puede ya reconocer diferencias raciales.
Los niños son conscientes de estas diferencias de manera natural, sin embargo, la forma en que esto se incorporará en sus vidas volviéndose o no racismo, tiene que ver con lo viven e imitan de su entorno. Antes de los 4 años los niños internalizan ya los prejuicios raciales a los que se ven expuestos.
Cuantas veces no hemos escuchado historias en las que los niños preguntan inocentemente porque alguien de tes morena no se lava bien, asumiendo que el tono más obscuro de la piel tiene que ver con suciedad. Es natural, sus juicios inicialmente parten de su vivencia, ellos se ven la piel más obscura cuando están sucios. Estas ideas se aclaran muy fácilmente con una comunicación sencilla y práctica, sin embargo, aunque nuestro discurso externo sea que no están sucios lo que nuestros hijos van a recibir es como nos sentimos realmente al respecto.
Analicemos de entrada la forma en la que hablamos y nos expresamos como sociedad. Existen un sin fin de dichos en México que ponen en evidencia nuestro racismo, por ejemplo “nunca falta el prietito en el arroz”, “Cásate con un blanco/güero para mejorar la raza”, “Trabajó como negro para vivir como blanco”, “El niño está morenito pero está bonito”, No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre” “¡Ah, como eres indio!”, “ Se fue como las chachas”… Todas estas frases están presentes en la sociedad mexicana pero, ¿forman parte de la cultura que queremos para nuestra familia?
No olvidemos que la infancia es la etapa en la que se modela el niño, en la que estas creencias raciales y clasistas van a asentarse en ellos. ¿Cuáles queremos que sean estas creencias? Dediquemos tiempo a analizar, de forma auténtica y valiente, donde estamos parados en este tema, tomemos en cuenta que este racismo está tan interiorizado que muchas veces podemos no verlo, sin embargo, al haber crecido en esta sociedad, es casi imposible que no tengamos estás ideas, lo importante es siempre cuestionarnos y observarnos de forma objetiva.
Para realmente conectar con todas las personas tenemos que de verdad mirarlos, sin poner etiquetas, sin supuestos infundados, sin los prejuicios aprendidos, para de esta manera verdaderamente permitir al otro aparecer. Logrando de esta manera una valoración profunda de sus diferencias.
La investigación sobre los niños pequeños y la absorción del racismo sistémico es bastante clara. Y no debería sorprendernos, porque sabemos que los niños pequeños aprenden por imitación, son como pequeñas esponjas, absorbiendo todo lo que les rodea. Si el racismo existe en nuestra cultura, será absorbido -por ende- por los niños.
Entonces, ¿qué hacemos nosotros, como padres y maestros, al respecto? Según la investigación, hay algunas cosas realmente efectivas que podemos hacer para criar sin racismo:
- Maestros y padres deben examinar y trabajar continuamente con su propia relación con el racismo. Reconocer cuando nos descubrimos pensando, sintiendo o actuando de manera racialmente discriminadora. Para el niño pequeño, el adulto es la currícula.
- Maestros y padres deben tomar con seriedad las palabras y las acciones de los niños acerca de la raza y clase social, y hablar con ellos cuando alguna dificultad se presente.
- Reconocer con ellos que las diferencias son reales y también, sin temor a tratar el tema, reconocer que los prejuicios raciales y clasistas si existen. Exponerlo cuando sucede, aun cuando se presenta en forma de chiste o humor.
- Mantener la comunicación abierta, no dejarlo como “la plática sobre racismo” sino como un tema cotidiano del que se puede hablar en cualquier momento.
- Asistir con los niños a eventos multirraciales y multiculturales. Cuando se pueda, busca oportunidades para conocer la belleza de otras culturas y etnias. En la Ciudad de México el “festival de las culturas hermanas” es una buena oportunidad. El experimentar festivales nativos como la Guelaguetza de Oaxaca son valiosas joyas de inclusión. Para una buena exploración de cómo enseñar la inclusión a niños, lee el reciente artículo de Cynthia sobre el tema en inglés aquí.
- Contar/leer historias de inclusión, y a medida que crecen, incluye historias de personas que trabajan por la justicia.
- Fomentar las amistades con personas de otras razas – relaciones desde chiquitos (por supuesto ver a sus padres con amistades interraciales) a menudo son los fundamentos de las relaciones que formarán más adelante en la vida.
- Incluir libros, juegos de teatro e imágenes con personas de distinto color de piel en su biblioteca. Incluyendo historias que muestren la cultura indígena de nuestro país. Las ediciones tecolote tienen varios libros maravillosos.
- Realizar actividades que nos conecten con todo el valor que los pueblos indígenas han aportado a nuestra historia y cultura actual.
Es importante tomar en cuenta que cuando podemos vernos con amor y reconocemos nuestra raza, color piel, costumbres y cultura con orgullo, modelamos a los niños la autoaceptación, lo cual es fundamental en la construcción de la autoestima.
Podemos enseñar a nuestros hijos una mejor manera de avanzar.
Diana Sánchez
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