Todos tenemos días que fluyen fácilmente, que al terminar sentimos el gozo de haber conectado con nuestros hijos, de haber transmitido los valores que deseamos y de haber disfrutado a nuestra familia. Sin embargo, también tenemos algunos días, a veces aún más comunes, en los que terminamos el día agotadas, sintiendo que la tarea de ser mamá nos supera, que pasamos el día peleando con nuestros hijos, en una batalla constante y llegamos a la noche desgastadas y desanimadas.
¿Qué podemos hacer para tener más días de gozo y menos de desgaste? Lograrlo definitivamente es un arte, y hay que tener en mente que no es posible tener únicamente días gozos, sin embargo, hoy quiero compartir contigo 3 herramientas que suelen ayudar mucho a mejorar nuestros días:
Ritmo
Esta palabra normalmente la asociamos a la música, ese vaivén que nos ofrece la consecución de las notas. Sin embargo, todo en la vida tiene un ritmo, el paso del día a la noche, el cambio de las estaciones, los latidos de nuestro corazón, nuestra respiración, el ritmo vive en nosotros, y nos permite, justo como en la música, fluir, fluir de un día a otro, fluir de una actividad a otra.
Cuando observamos el ritmo de nuestro día, podemos observar si fue un ritmo armónico, que permitió que termináramos una actividad y entrando en un vaivén en el que casi sin darnos cuenta pasamos a lo siguiente o si fue un ritmo cortado, en el que la secuencia de actividades no hace sentido y tenemos que dedicar mucha energía a adaptarnos a la nueva situación.
Por ejemplo, si después de cenar tenemos un tiempo de juego con los niños, en el que jugamos a las escondidillas, o a perseguirlos por la casa, muy probablemente, la transición hacia irse a la cama será muy complicada. En cambio, si la actividad previa a acostarse es escuchar un cuento, con luces tenues y voz baja, seguramente esta transición se realizará de manera mucho más sencilla.
Además del ritmo diario, tenemos que planear el ritmo semanal, el mensual, el anual… ¿Que actividades ocurren que días? ¿cómo hacemos que todos los días de la semana funcionen bien? ¿cómo incorporamos a nuestra vida las visitas a los abuelos, las celebraciones especiales? ir planeando estos eventos, irlos incluyendo de forma armónica en el ritmo de nuestras vidas, los harán mucho más disfrutables para los niños y para nosotros.
Esta secuencia de actividades y horarios regulares en las actividades de nuestro día nos brindan salud y seguridad. Saber que podemos contar con que las cosas serán, de cierta manera, nos da tranquilidad. Para un niño saber que después de desayunar va a tener un tiempo de juego con su mamá, que después de bañarse va a cenar, que después de rezar saldrá su mamá del cuarto para que él duerma, le permite fluir en el día sin gastar energía en adaptarse a lo desconocido.
Rutinas
Este ritmo, al irlo repitiendo de forma constante, ira poco a poco creando hábitos, y esa secuencia de actividades se convertirán en una rutina, es decir, en la forma en la que nosotros hacemos las cosas. Este es el inicio de la disciplina. Siempre después de jugar, recogemos los juguetes, antes de comer nos lavamos las manos, al bañarnos empezamos por lavar el pelo, antes de dormirnos rezamos y nos damos un abrazo. Llega un momento en que hacemos estas cosas sin darnos cuenta, forman parte de nosotros, y nos permiten enfocar nuestra atención y energía en cosas más importantes.
La vida, especialmente la vida con los niños, está llena de rutinas. Son a través de ellas que los niños aprenden lo que sucederá después y les permite, al hacerlo, sentirse seguros, confiados y capaces de regular su tiempo interno.
Imagina tu día sin tener que batallar para que tu hijo se lave los dientes, se meta a bañar o ponga su ropa en el bote de ropa sucia… imagina todo lo que podrías hacer con el tiempo que ahora inviertes en esto. Toda la energía y el tiempo invertidos en crear estas rutinas será realmente recompensado en el fluir de tu día a día.
El objetivo principal de estas rutinas es la continuidad, y habrá miles de momentos en los que ese es nuestro objetivo. Sin embargo, hay otros momentos en los que nuestro fin es la vinculación, la conexión con nuestros hijos, con la naturaleza, con la época e incluso, con nosotros mismos, y para esto existen los rituales.
Rituales
Los rituales son justo lo que hace que nuestro ritmo y rutinas tengan vida, lo que aporta magia y asombro en los diferentes momentos. Nos permiten crear una conexión y eso es lo que convierte un momento cotidiano en algo especial.
Puede haber rituales complejos como puede ser nuestra celebración de fin de año, o la forma en la que festejamos el cumpleaños de nuestro hijo, rituales que nos permitirán sentir el paso de las estaciones, del año, rituales que esperaremos y para el que nos prepararemos con antelación, pero también es importante tener otros mucho más sencillos que traen un poco de esa magia al día a día.
Puede ser algo tan sencillo como prender una vela antes de comer, cantar una canción que nos lleve al sueño, masajear las manos de nuestro hijo, con mucha atención y cariño, al ponerles crema, hornear piñas para que nuestra casa huela a navidad, en fin, cada familia irá creando los rituales que generen ese vínculo que tanto queremos fortalecer.
Incorporar estas tres herramientas en nuestra vida, requerirán tiempo, esfuerzo, constancia, pero si se los dedicamos, si ponemos atención, iremos descubriendo el ritmo, las rutinas y los rituales que nos permitan fluir de manera que se mantenga vivo el amor y el encanto y el gozo de nuestra familia.
Diana Sánchez
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