Hoy les compartimos esta profunda reflexión de Verónica Oliva-Clour, maestra Waldorf de Jardín, certificada LifeWays, en la que nos comparte a través de su experiencia con la pandemia como conectar y reflejar luz a pesar de las adversidades.
Este inicio de verano es un poco diferente al que se describe aquí abajo, tenemos más conocimiento de la pandemia, pero todas podemos relacionarnos y recordar esos momentos de aislamiento e incertidumbre. Además, aún hoy en día, el COVID nos sigue sorprendiendo, forzándonos a ser creativos y entender que nosotros decidimos como queremos vivenciar estas experiencias. ¿Decidimos ser lideres o víctimas de nuestra vida?
Verónica comparte poderosos palabras reflexivas basadas en su vivencia y nos invita a conectar con la magia de los cuentos.
Que lo disfruten y tengan un verano abundante, fluido, lleno de gozo, liderazgo, presencia, conexión y amor.
Con cariño
Marielle
Reflexiones de la Casita “The Little house” ~ Verano 2021, por Verónica Oliva-Clour
La vida y ritmo que había construido por varios años para mi programa Waldorf en casa cambio fuertemente desde el inicio de la pandemia. Mi actividad fue disminuyendo hasta que mi vi obligada a cerrar puertas durante tres meses. Sin mi ritmo diario, el trabajo basado en la bondad, una fuente de ingresos estable, y el asombro y alegría que traían los pequeños a mi vida cada mañana, me quedé reflexionando mucho sobre como encontrar la voluntad y el valor para soñar de nuevo. La vida estaba cambiando para todos, algunos se adaptaron con alegría al tener más tiempo disponible para cumplir sus objetivos, otros se retiraron y observaron este inusual evento mundial. Existen muchas historias de cómo las personas se adaptaron, cambiaron, aceptaron, transformaron, negaron o se escondieron bajo las sábanas en estos momentos. Cada uno, de nuestra propia y única forma, tomamos decisiones de cómo vivir este reto.
Yo, me cuestione mucho sobre cómo seguir encontrando significado y conexiones. ¿Cómo tener esperanza en un jardín de niños, ¡sin niños!? Me di cuenta de que tenía 2 opciones: seguir encaminándome hacia la desesperación o profundizar más.
Era un gran reto, pero decidí no renunciar a mi negocio. Logré esto con la ayuda de una amiga muy especial que acepto este viaje y superar el reto conmigo. Esa amiga es la señorita Ratón, que vive en mi “Pequeña Casa/Little House”. La señorita Ratón me ayudo a encontrar esperanza en un momento de gran desesperación.
Comencé a escribir historias y cuentos para mis pequeños sobre la vida y aventuras de la señorita Ratón. Quería que los niños sintieran que el mundo seguía siendo bueno, lleno de belleza y apuntado a la verdad. Escribí historias sobre la naturaleza, un sapo escondido en el jardín, como descubrió un nido de avispas, cuando sembró girasoles que crecieron hasta el cielo. También cuentos sobre el miedo que la señorita Ratón le tiene a la oscuridad y a la soledad, y algunos sobre la luna y las estrellas, incluyendo una canción de cuna tradicional francesa para facilitar su descanso nocturno. También escribí cuentos sobre cómo encontrar consuelo, en tiempos difíciles, cortando verduras y cocinando sopa juntas.
En esa temporada, viví momento de gran dolor. Recuerdo claramente la profunda sensación de pérdida, cuando me enteré de que una de mis familias de toda la vida decidió no regresar a mi programa. Sus cuatro hijos habían estado en mi preescolar, fueron doce años juntos. Para encontrar consuelo, di largos paseos a lo largo del río, sintiendo la tristeza y la falta de cierre, especialmente la incapacidad de decir “adiós” en persona a los niños a quienes amaba profundamente.
En mis caminatas, me encontré con un hermoso jardín de rocas cubierto de flores “Nomeolvides” y mi corazón se conectó fuertemente con ese espacio, sentí la bondad de esos niños y me di cuenta de que sus recuerdos siempre estarán conmigo. Quería que todos mis pequeños supieran que estaban en mi corazón, por lo que la señorita Ratón y yo les enviamos a cada uno un paquete de semillas de “Nomeolvides” para que las plantaran en sus jardines. Al mandar las semillas también les conté el cuento que comparto en esta liga.
Al crear y compartir los cuentos, sentí una gran sensación de gratitud.
Tenía mucho tiempo para ser creativa e ingeniosa, y encontré una forma maravillosa para crear conexión y encontrar significado en mi vida.
Muchos padres se tomaron el tiempo para escribirme y decirme como disfrutaban leyendo los cuentos de la Pequeña Ratona con sus hijos. Era una delicia cuando llegaba otra historia.
A principios del verano, me preguntaba si las familias regresarían a mi programa y decidí reunirme con cada familia individualmente, ofreciendo una hora de “Juego y conversación Al Aire Libre”. Quería fortalecer la relación basada en confianza que habíamos construido. Escuché sus historias sobre el confinamiento y sus efectos.
Me encontré construyendo un puente entre nuestras cabezas y nuestros corazones, haciendo lo que era esencial y seguro, así como siguiendo mi propia intuición de alentar el asombro y la alegría en la vida de los niños. Sentía que cada día era como caminar a lo largo de la orilla de un río en escalones, es decir, aprender a tomarlo con calma, encontrar el equilibrio y observar antes de dar el siguiente paso.
Durante el verano, crecía mi confianza para reconstruir mi programa, y sentí una gran sensación de esperanza y consuelo.
Recuerdo la recomendación de distanciamiento físico. Rápidamente me di cuenta de que no podía evitar que los niños se tocaran. Un día vi a dos niños corriendo el uno hacia el otro, con sonrisas y risas; supe que no podía ni debía evitar ese abrazo.
Fue en ese mismo momento, al presenciar la alegría pura y genuina, que quise honrarla y protegerla. Porque en mi corazón, la alegría es sanadora, y estaba decidida a no negar esa energía poderosa y positiva.
Hoy sabemos, después de más de un año de aislamiento, que el ser humano a cualquier edad, es social y que nuestra necesidad de estar con los demás es parte integral de una vida saludable. Supe interiormente el día que presencie a esos dos niños pequeños dándose un fuerte abrazo, que apoyaría firmemente la alegría y el tacto como un bálsamo curativo para el alma, especialmente para los niños pequeños. Los próximos pasos serían para mí compartir estos entendimientos con las familias, apoyando sus decisiones.
Al final del verano, me pregunté cómo podría hacer la transición de los días preescolares a distancia de mis pequeños hacia el próximo ciclo. Quería restaurar nuestro vínculo y tener una forma formal de decir “adiós”. La señorita Ratón y yo decidimos enviar invitaciones elegantes para una fiesta de té formal. En una tarde soleada, llegaron los niños, alegres y risueños, y nos sentamos juntos en una mesa bellamente preparada, junto con la señorita Ratón, por supuesto.
Nuestro tiempo separados, se desvaneció suavemente convirtiéndose en un día en que los niños y yo compartimos té y pastel de fresa, sintiendo una sensación de comodidad y deleite, mientras la señorita Ratón, sentaba en su pequeña silla de mimbre sonreía contenta. Confirmando que el mundo es bueno, la belleza está presente, las personas seguimos esperanzadas, y que este hogar, nuestro hogar dentro del cosmos, siempre es cariñoso y bondadoso.
Veronica Oliva-Clour es maestra de primera infancia capacitada en Waldorf en Little House Preschool and Kindergarten, un programa para niños de 2 1/2 a 6 años de edad en el centro de Minnesota que posee y opera. Antes de establecerse en Minnesota, vivió en Inglaterra, donde trabajó para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en Programas de Desarrollo Infantil durante diecisiete años. Verónica nació en Francia y llama a Europa “hogar”. Vivir aquí en Estados Unidos le ha dado la posibilidad de ayudar a construir puentes hacia el juego genuino y la naturaleza a través del programa de acreditación de calificación de estrellas MN Parent Awareness
el alma” aquí y escuchan todos los lunes un cuento luminoso para pequeños en el primer septenio
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