Nací en la ciudad de México en los 80. Cuando era pequeña, recuerdo que cuando se acercaba “día de Muertos” veíamos papel picado multicolor decorando algunas partes de la ciudad, así como cempasúchil con su maravilloso aroma iluminando y perfumando las calles de la cuidad. También había calaveras de azúcar y amaranto en los mercados que llamaban mucho mi atención.
Todos esos símbolos estaban presentes y visibles. De algún modo recuerdo una energía de fiesta en el ambiente. Pero en mi familia y mi comunidad no era parte de nuestra cultura celebrar esa fiesta. En casa, mamá solía comprar “pan de Muertos” lleno de azúcar, que felizmente comíamos y amábamos. A eso se resumía el festejo.
En la adolescencia, aprendí que, en algunos pueblos y ciudades, día de Muertos, era algo GRANDE con fiestas en cementerios y casas en las que los muertos eran los invitados de honor. Entendí que la creencia era que el alma de nuestros difuntos regresa esos días para visitarnos. En algunos pueblos de Campeche la gente incluso desentierra a sus muertos para limpiar sus huesos (puedes leer ESTE artículo si quieres saber más sobre esta tradición maya). Acabe asustadísimo con esta información, sin querer saber gran cosa de esas visitas nocturnas.
Además, en esos años mi abuela falleció un 2 de noviembre, experiencia dolorosa y significativa. Mi abuela tenía un fantástico sentido del humor, pasábamos tardes escuchando sus cuentos e historias que nos transportaban a lugares maravillosos y nos hacían reír, mucho. Recuerdo que siempre se burlaba de su hermano porque se llamaba “Marcel”. Era una broma de hermanos que duró su vida, 72 años. El día que falleció mi abuela, fuimos al funeral y nos sorprendió ver en el letrero de Gayoso su segundo nombre: Marcela. Ni una sola persona en la familia sabía que se llamaba ¡Marcela! Fue su última broma. Hoy en día, todavía me río al recordar las caras de sorpresa de las personas que asistieron al funeral viendo la pizarra. Muriendo el 2 de noviembre, mi sabia abuela dejó claro que su muerte siempre debía ser recordada y que todos debemos sonreír y reír mientras recordamos su vida.
Me mudé a estudiar al extranjero y “día de Muertos” se quedó atrás. Un día recibí una foto de mi mamá, mostrando con orgullo el altar que hizo en casa. Era tan hermoso e inusual. Le pregunte por qué lo había hecho si nunca lo había hecho antes, simplemente respondió: “porque hace sentido”.
Desde afuera, fui testigo de cómo una nación entero se fortaleció conectando con sus tradiciones, sus raíces y compartiéndolo con orgullo con el mundo. Las personas que no solían hacer altares lo incorporaron a sus casas. La “catrina”, un símbolo que ha estado presente desde 1920 se convirtió en la embajadora de la fiesta. Personas en el mundo entero se viste y se pinta representándola.
Regresé a México en el 2012 y la celebración de “día de Muertos” era cada vez más fuerte. Muchos corazones vibraban juntos alineando sus almas alrededor de este festejo. Dando vida entre otros al “desfile del Día de Muertos”.
Después me volví mama, y me hice muchas preguntas sobre esta celebración y si quería incorporarla en nuestra familia.
El proceso ha sido una transformación profunda. Solía tener mucho miedo a la muerte (todavía le tengo, pero ya no es un miedo que me paraliza). Traté de ocultarle la muerte a mis hijos, literalmente, la escondí. Hace algunos años estábamos criando pollitos de codorniz y 2 se murieron, los enterré durante la noche para evitar el dolor y duelo de mis hijos.
Pero he estado trabajando mucho mis emociones y creencias, dejando salir las lágrimas y viendo la vida tal como es: un ciclo, doloroso por supuesto, pero natural. Ahora me enfoco en vivir con intención en lugar de ansiedad y miedo a morir, crear recuerdos increíbles, aprender en el proceso, agradecer y celebrar todos los días …
Día de Muertos, una celebración a la vida, hace mucho sentido ahora, es un día para rendir homenaje y honrar a los que se han ido y recordar.
¡Por supuesto es una razón poderosa de hacer una fiesta! Por lo tanto, he decidido incorporar esta celebración en casa, con mis dos pequeños y me encanta compartir algunos de nuestros rituales que hacemos en casa a continuación.
Empezamos cantando canciones de temporada que comparto aquí. Hacemos “papel picado” casero para decorar la casa y tenemos un día especial para hornear Pan de Muertos. También construimos nuestro altar, una de las partes más importantes, es un proceso largo. En un rincón especial , ponemos “papel picado”, una mesa colorida, flores, pequeños esqueletos, velas, mostramos las fotos de abuelos, bisabuelos, una mascota, algunos amigos que han fallecido. Incorporando elementos que nuestros muertos amaban.
El 2 de noviembre, los 4 nos reunimos alrededor del altar, encendemos una vela y recordamos algo especial sobre cada persona en el altar.
Me encanta la mezcla de culturas que une nuestro altar, la familia de mi esposo es de distintas partes de México, la mía de Francia y ahora vivimos en Colombia. Esto me hace reflexionar mucho sobre la migración. Y fantásticamente, durante este período se produce una de las migraciones más grandes de América del Norte: la de la mariposa Monarca.
Algunas culturas de Michoacán, México, creen que las Monarca son el alma de sus muertos que vienen a visitarlos. Si quieres saber más sobre estas poderosas tradiciones y eventos naturales, te recomiendo mucho ESTE video.
Alineadas con las Monarca, me encanta compartirte que el lunes en nuestro podcast “El vuelo de la cometa: un colectivo de cuentos que nutren el alma” publicaremos el cuento de “Sara, la monarca”, Síguenos en Spotify para escucharnos.
El “Día de Muertos” nos invita a celebrar la vida con revérencia, a recordar, a traer alegría y a conectarnos.
¿Cómo lo celebras?
Les deseo a todos un maravilloso “Día de Muertos” lleno de intención y amor
Te interesa profundizar sobre los festejos que marcan el ritmo anual, que nos nutren y enriquecen nuestra vida familiar?
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Marielle
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