El hemisferio norte se pinta de colores enviando un dulce mensaje de despertar. Arboles de cerezos y duraznos se llenan de hermosas y delicadas flores blancas o rosas. El centro de México recibe el bello morado de las jacarandas y el rojo intenso de los colorines.  Las flores particulares de cada zona exhiben sus colores audaces marcando la llegada de la primavera.

El cambio estacional se observa claramente en algunos lados en otros es mucho más sutil y se acompaña de eventos climáticos diferentes por lo general molestos. En algunos lugares de Estados Unidos y Canadá, días fríos y hasta nevadas se entremezclan a los días de sol y calidez. En México llega un calor abrumador. En la tierra fria colombiana llegan días de fuertes lluvias. Esto puede llegar a frustrarnos. Nos gustaría, ya estar del otro, viviendo días largos, cálidos y gozosos.

Estamos caminando hacia el cambio. Nos gustaría un cambio rápido e indoloro, que nos llene de satisfacción y gozo. Ahorrarnos la transición que trae molestias. Sin embargo, la transición puede ser muy valiosa, ya que es ahí donde crecemos.

Aprender a manejar las transiciones con paciencia y tranquilidad, adaptarnos, confiar en el crecimiento es una de las piezas más difíciles en la vida y en la crianza.

Cuando por fin logramos tener un ritmo fluido en casa y de repente nos encontramos con un niño 2 años gritando “¡NO! ¡NO Quiero!”, intuimos que estamos llegado a uno de esos periodos difíciles de transición. Quizás nuestro hijo de cuatro años está probando una y otra vez como salir de los límites con comportamientos desafiantes, o nuestro hijo de seis años está haciendo una rabieta fenomenal como las hacia cuando era pequeño y comienza a mentir… O nuestro hijo de 9 no nos platica sus secretos o nuestro hijo de 12 se encierra en el cuarto…Hemos llegado de nuevo a una transición.

¿Qué hacemos en esos momentos?

Las transiciones suelen ser dolorosas, pueden dejarnos perplejos y llenos de emoción. Cada una de ellas nos invita a observar al niño y nos pide una forma diferente de acompañarlo en este camino constantemente en movimiento.

Podemos asemejar estos momentos como “temporadas estacionales” en la vida de nuestros hijos, y podemos compararlos con la volubilidad de la primavera. Algo está por venir. Este cambio tiene un propósito. La primavera es una estación de renacimiento. El nacimiento o renacimiento se precede de la muerte. Esto se ve claramente en el huerto, con la lechuga, por ejemplo. La lechuga florece, saca semillas, las esparce y se muere. De esas semillas nacen lechugas.

Lo que está sucediendo dentro de la conciencia de nuestros hijos en cada una de eso cambios estacionales es un periodo de muerte y de nuevo crecimiento.

La transición es necesaria para que surja lo que es nuevo y único, maravilloso y hermoso. 

Sin importar el contexto único de cada situación o niño, podemos ofrecer amor, apoyo y comprensión consistentes.

No siempre podemos prevenir o corregir todos los comportamientos no deseados.

No podemos ahorrarles a nuestros hijos el sufrimiento que acompaña este cambio.

Pero podemos sentarnos junto a ellos o caminar a su lado en la sabiduría de la comprensión, con determinación, manteniendo los límites que necesitan para sentirse seguros y protegidos a medida que pasan por estos momentos difíciles hacia un mayor grado de autoconciencia y realización.

En este constante caminar, nosotros también renacemos.

Les deseamos una hermosa semana de observación y si están pasando por alguna transición estacional con sus hijos no duden en escribirnos, a veces es más fácil cuando estamos acompañados.

Marielle, Diana y Glenda

Artículo original disponible aquí. Traducido y adaptado al español por LifeWays America Latina

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